martes, 27 de abril de 2010
A veces cuando queremos apresurar las cosas y no es el momento oportuno notamos como todo se torna difícil, es como si se cerraran los caminos. Intentas hacerlo a toda costa y ocurren ciertas otras que te hacen llegar a pensar que tienes mala suerte, pero en realidad lo que sucede es que no es el momento adecuado.Por otro lado cuando es el momento justo todo ocurre fácilmente, no hay obstáculos, se abren oportunidades y se reciben señales que te hacen llegar o lograr lo que deseas más rápido. Nada se opone. Todo surge y se da naturalmente. Se siente seguridad y no hay dudas de estar en el camino correcto.Un tiempo para dar muerte, y un tiempo para sanar; un tiempo para destruir, y un tiempo para construir. Un tiempo para llorar y otro para reír; un tiempo para los lamentos, y otro para las danzas. Un tiempo para lanzar piedras, y otro para recogerlas; un tiempo para abrazar, y otro para abstenerce de hacerlo. Un tiempo para buscar, y otro para perder; un tiempo para guardar, y otro para tirar fuera. Un tiempo para rasgar, y otro para coser; un tiempo para callarse, y otro para hablar. Un tiempo para amar, y otro para odiar;Todo ocurre a su debido tiempo, no es necesario apresurar o adelantar las cosas, si es su momento ocurrirá. Si no es su momento por más que lo fuerces no pasará, solo conseguirás sufrimiento y frustración. Cuando estés listo llegará, si aún no estas listo no podrás recibirlo o percibirlo.
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